miércoles, octubre 11, 2006

XIV, de Espantapájaros


La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Por eso -aunque me creas completamente chocha- nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía.
gIrOnDo

1 comentario:

jcrom_ar dijo...

que la telaraña no ate nuestros sueños, que la vida tiene dos infancias, pero no tiene dos primaveras (Chateubriand - 1848)